No te olvides de tu jardín.
Ese que nadie ve,
el que riegas con silencios y días malos.
De tu salud mental,
que no es un lujo, es tu casa.
Ese sitio donde duermes de verdad
y donde también tiemblas a veces.
De cuidarte a ti.
Porque no es egoísmo,
es supervivencia.
Es mirarte al espejo y decirte:
voy a estar para mí aunque el mundo corra.
Hay batallas que nadie entiende,
florecitas que nacen sin ruido,
y tormentas que solo tú sabes caminar.
Pero qué bonito cuando te eliges.
Cuando decides ser tu lugar seguro.
Cuando, aunque duela, sigues regando.
Porque a veces crecer
es simplemente no rendirse.
D e f r e d s
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