La soledad más honda no es la de estar sola.
Es la de no ser esperada.
La de sentir que, poco a poco, dejas de existir en las agendas ajenas,
como si hubieras cerrado una puerta que ya nadie se atreve a tocar...
La ternura más pura,
es la de quien se sienta a tu lado en medio de tu tormenta
y no se asusta del ruido.
Y en este silencio que todo lo envuelve,
en este eco de días donde no hay voces,
solo me queda susurrar:
¿Hay alguien por ahí?
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